viernes, 31 de julio de 2015

Vuelve la soledad

Solía ser tan cínica. Solía ser tan sarcástica, que el afecto era rechazado por mi cuerpo y la más mínima muestra de cariño era bloqueada por mi cerebro.

Estaba sola y decidía estarlo. Las personas hacen daño a otras personas y yo ya tenía suficiente con las heridas mentales que me auto infligía.

Crecí sola, sin hermanos, con familia lejos, con amigas de a ratos, con padres que no se sentían cómodos haciendo lo que me gustaba. Crecí sola hablando a la almohada, creando un mundo de fantasía en mi mente, creando amistades duraderas, familia que me apoyaba, creando recuerdos felices y tristes de momentos que no ocurrieron.

Cuando me tocaba relacionarme con el mundo real lo hacía momentáneo, cuando era necesario, el resto del tiempo volvía a esconderme en mi gran y genial caparazón de una vida que no era perfecta pero era cómoda, esa vida que no existía más allá de las barreras de mi imaginación.

Pero ¡oh! Pero, llegaste tu con tus labia muy practicada y tus acciones usadas y las paredes se derrumbaron con un solo “te amo”. Porque fue un te amo tan latente, tan presente que corrió por mi garganta y se quedó a vivir en mi corazón, un inquilino permanente.

Mi vida cambió, ya no necesité a mis amigos creados, ni a la familia falsa, no necesité ese mundo pues tú me había abierto el universo de la realidad, una realidad con la que me sentía cómoda, que me gustaba más que mi vida mental.

El tiempo fue perfecto y los recuerdos eran reales. Las sonrisas abundaban y la boda se acercaba, porque no dudé en decir que sí quería pasar el resto de mi vida a tu lado, después de todo me hacías adorar la realidad. Me hacías adorarme. Mi vida era perfecta.

Y mentiste. Mentiste de nuevo. Me tomé un tiempo y te perdoné, volvía colocar tu imagen en el pedestal de mi corazón, aún así no se apagaba mi sonrisa.

Y decidiste que no me querías. Después que decidí romper mis amistades creadas y divorciarme de mi familia falsa, pues ya no los necesitaba. Comenzaste a alejarte. Me indicabas confusión. Salías con otra mujer, y yo enfrentándome a la realidad, a esa realidad que evite por décadas, la realidad de que estaba sola, que nadie escuchaba mi llanto y mis súplicas de amor eran ignoradas, porque te amé, te sigo amando, me enfrenté a la realidad de que las personas hacen daño a otras personas.

Fuiste quien me enseñó a amar y no supiste terminar la lección.


No hay comentarios:

Publicar un comentario