domingo, 9 de agosto de 2015

El día que volví al pasado

El sábado pasado marcó un hito en mi vida. Un antes y un después. Un día que me hizo dar cuenta que la tecnología nos ha jodido la vida y sin electricidad no hay respiración que valga.

Vivo en un país fuera de lo normal, donde los avances tecnológicos ya no llegan y lo poco que tenemos no se mantiene. La falta de electricidad es frecuente y, aunque molesta, ya hemos codificado nuestras mentes para estar “sin luz” una, dos y hasta tres horas, sin embargo me faltaba vivir lo peor: ¡28 horas sin electricidad!

Sin teléfono, sin televisión, sin internet, sin DVD, sin Blue-Ray, sin tablet, sin Twitter, sin Instagram, sin Whatsapp. Volví al pasado y me di cuenta que la tecnología nos ha absorbido de tal manera que sin ella eliminamos las ganas de vivir de nuestro cerebro.

Fue en ese momento en el que decidí tomar el primer libro con el que me topara y sumergirme en él, pero los zancudos decidieron hacer de mi cuerpo su festín y comieron y tomaron de mí lo que les dio la gana. Además, el calor típico de la tarde me envolvió y me hizo sentir tal grado de incomodidad que lancé el libro a un lado, lo cual para mi es sacrilegio, lo cometí.

A la situación se le añade que vivo en un edificio y por lo tanto si no hay electricidad no hay agua. Pensé en todas esas civilizaciones primitivas en las que el agua potable no existía ¿Cómo hacían para pasar días sin bañarse? Tenían ríos alrededor que los ayudaban, o mar. Yo no tenía al alcance ni uno ni otro, ni una gota, nada. Deje de sentirme humana, me sentí escoria, algo muy bajo.

Fue horrible, lo fue. La noche oscura se hizo día y con el avanzar de las horas las esperanzas se perdían. Sola, sin mucho que hacer, sin comida que preparar, fue un día en el que nada me distrajo de mi mente y pensamientos, en los que reflexionar se hizo necesario y en el que decidí que ninguna máquina se haría primordial en mi vida.


En la madrugada del domingo la electricidad volvió y, aunque dormía, la sentí y no pude evitar levantarme de la cama, darme un baño, encender el televisor, la computadora, cargar el teléfono, disfrutar del aire acondicionado y así volví a ser humana, volví a ser yo, regresé al presente y amé sus circuitos, amé la tecnología y me di cuenta que nací en el tiempo correcto con circunstancias equivocadas.

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